Nacimientos en México: tradición y arte Jorge Bravo beltmondi@yahoo.com.mx Y parirá
un hijo y
llamarás su nombre Jesús. Mat. 1, 21. | En el
Palacio de Cultura Banamex, antiguo Palacio de Iturbide en el Centro Histórico
de la Ciudad de México, se exhibe la muestra Arte y tradición, nacimientos en México. Siglos
XVII al XXI, que consiste en un vastísimo y variado ofrecimiento de
nacimientos, Misterios, figuras y en menor medida pinturas relacionadas con la
natividad de Jesús y otros temas bíblicos como la Epifanía (festividad celebrada
el 6 de enero desde el año 194, cuando “tres hombres sabios o magos” –Mat. 2,
1-12– obsequiaron oro, incienso y mirra al Niño Dios). Si
bien la exposición es cronológica, con base en el guión curatorial del historiador
del arte Gustavo Curiel, la colección permite dividirla –entre otras posibilidades–
en dos etapas: las piezas pertenecientes al virreinato de la Nueva España y las
de manufactura popular. Entre los del periodo virreinal,
destaca el primer nacimiento de finales del siglo XVII –figurillas de barro cocido
o terracotas– conocido como del Cerro del Judío. A partir de este conjunto inicial
se desprende una tendencia que es común a prácticamente todos los demás nacimientos
que se exhiben: las piezas, la indumentaria, los estilos (incluidas las técnicas
y materiales) e incluso las actividades cotidianas que se representan corresponden
en gran medida a las de cada una de las épocas. No es extraño encontrar nacimientos
con alusiones indígenas o animales como guajolotes, lo que habla de un apropiamiento natural de la tradición
cristiana por parte de los pobladores de cada región. Incluso algunas de las primeras
figuras sirvieron para realizar rituales médico-religiosos.
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Figuras del virreinato de la Nueva España. |
De
las piezas expuestas correspondientes a la colonia, se deduce la estrecha relación
entre la manufactura y los estamentos acaudalados de la sociedad virreinal que
tenían posibilidades de adquirir Niños Dios de marfil, esculturas estofadas, de
madera tallada y policromada o piezas con incrustaciones de concha nácar, de plata
y otros acabados preciosistas. Muchos de los nacimientos ocupaban sitios privilegiados
como oratorios, nichos, repisas, mesas diestramente labradas o cuartos especiales
de las familias más adineradas de la época, los cuales eran visitados por los
“peregrinos” durante las posadas que iniciaban nueve días antes –16 de diciembre–
de la natividad (las posadas conmemoran el viaje de María y José en su búsqueda
de alojamiento antes del nacimiento de Jesús; el número nueve alude a los meses
de embarazo de María). Algunas piezas, incluso, ingresaron a territorio novohispano
a través del puerto de Acapulco –provenientes de Filipinas u Oriente– para dirigirse
a las propiedades de familias notables. En este sentido se pueden observar piezas
originarias de España, Italia, Guatemala, del virreinato de Perú, Alemania u Oriente.
Fue hasta el año 330 (otras fuentes establecen el
año 345 por influencia de los santos Juan Crisóstomo y Gregorio de Nacianceno)
cuando en el calendario litúrgico cristiano se estableció como natividad de Jesús
el 25 de diciembre. Por otra parte, se le atribuye a san Francisco de Asís la
creación de los nacimientos, cuando en una gruta de la Toscana el santo dispuso
un pesebre con animales para festejar la Navidad en 1223. En el caso de la Nueva
España, la devoción hacia el nacimiento de Cristo inició con el virreinato y se
remonta al primer viaje de Colón (1492). Otro dato
interesante que proporciona la información museográfica es que los nacimientos
no son conjuntos estáticos. Según las posibilidades económicas –o de espacio–
se agregan figuras nuevas; por lo tanto, un nacimiento nunca está completo. Basta
en un principio con la presencia del Niño Dios, el cual puede ir acompañado en
un momento posterior por María, san José, San Miguel Arcángel (quien anunció a
María que sería madre de Jesús), los pastores, los magos de Oriente y un sinnúmero
de animales, personajes y accesorios varios.
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Algunas piezas de arte popular mexicano. | Las piezas realizadas
por “grandes maestros del arte popular mexicano” son un cúmulo aún más vasto.
Las técnicas, materiales, estilos y tradiciones artesanales están estrechamente
vinculados con regiones e imaginerías artísticas de prácticamente todas las latitudes
del país. Se exhiben nacimientos elaborados a partir de piedra tecali, hueso,
papel, amate, trapo, flor de siempreviva, tule, fibra de zacate, hoja de maíz,
barro, cobre, cuerno, plumas, madera lacada, barro negro, cera, conchas, jícaras
y un largo etcétera. Destacan regiones artesanales como Tonalá o Tlaquepaque en
Jalisco, Metepec en el Estado de México, Olinalá en Guerrero y muchas otras poblaciones
de Oaxaca, Michoacán, Guanajuato, Tlaxcala, Puebla o Veracruz. Lo
cierto es que la preocupación de algunos artesanos ha consistido en identificar
sus obras –a través de las distintas técnicas, materiales y decoraciones, algunas
de ellas de origen prehispánico– con lo mexicano. Destacan, por ejemplo,
los barroquísimos árboles de la vida con nacimientos elaborados por artistas de
Metepec; o bien infinidad de figuras moldeadas a partir de barro (materia prima
tradicional para realizar nacimientos en México) según las técnicas cerámicas
y artesanales de cada región (como el barro negro de Oaxaca), o los cuernos de
res labrados o las figurillas con atavíos y rasgos netamente indígenas o autóctonos.
Sin embargo, resulta irrelevante intentar seleccionar
o elegir alguna pieza o estilo para su posible descripción física o análisis estilístico,
porque se corre el riesgo de restar indudable valor artístico a las demás figuras:
cada nacimiento responde y proyecta la ferviente devoción de enormes conglomerados
sociales hacia el nacimiento de Jesús (como lo demuestra la concurrida aceptación
que ha tenido la muestra); pero sobre todo la dedicación, paciencia, especialización
y vocación de infinidad de artistas populares mexicanos; algunos de ellos con
nombre y apellido y muchos otros anónimos pero no por ello menos talentosos.
Es tan vasto y variado el repertorio de nacimientos de
la exposición, que para apreciar en su verdadera dimensión las incontables posibilidades
creativas, imaginativas, artísticas y de trabajo de hábiles manos de artífices
mexicanos, se requiere necesariamente de la presencia in
situ del observador culto, especialista o lego. Corresponde al espectador
–según sus propios intereses, costumbres, gustos estéticos e información previa
de variada índole– seleccionar aquellas piezas que más lo emocionen, conmuevan,
impulsen a devoción o simplemente le proporcionen un legítimo goce estético.
No queda sino reconocer el trabajo curatorial de Gustavo
Curiel, investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Se
trata, sin duda, de una acuciosa, exhaustiva –e imagino, extenuante– investigación
para ubicar, clasificar y explicitar cada objeto, cada figura, así como el contexto
en torno al advenimiento de Jesús hace más de dos milenios. Arte
y tradición, nacimientos en México. Siglos XVII al XXI cuenta con
el apoyo del Banco Nacional de México a través de Fomento Cultural Banamex y la
Fundación José Cuervo. La exposición permanecerá hasta finales de febrero. (Por
tradición, el nacimiento se retira el 2 de febrero, día de la Candelaria, cuando
se conmemora la presentación de Jesús en el Templo y la purificación de María
cuarenta días después de la Navidad como parte de un rito judío; el nombre procede
de las velas o candelas que los devotos portaban en las procesiones. Se cree que
la fiesta fue establecida en el año 541 o 542 por el emperador bizantino Justiniano
I.) La entrada es libre de lunes a domingo de 10 a 19 horas. La dirección de correo
electrónico del doctor Gustavo Curiel es: . |